29 de julio – La Noche de los Bastones Largos (1966)
Conmemora la represión policial en la UBA el 29/7/1966 durante la dictadura de Onganía, episodio que impulsó el exilio de numerosos académicos.
Julio, 2025

La Noche de los Bastones Largos fue uno de los episodios más oscuros de la historia educativa argentina. Ocurrió el 29 de julio de 1966, cuando el gobierno militar de Juan Carlos Onganía ordenó la intervención de las universidades nacionales y desató una brutal represión contra docentes y estudiantes que resistían el ingreso de la policía en las facultades.
El nombre del episodio hace referencia al uso de bastones policiales para desalojar violentamente a quienes se encontraban dentro de las casas de estudio. Las imágenes de esa noche, registradas por fotógrafos y camarógrafos, se convirtieron en símbolo de la violencia institucional contra el pensamiento libre.
El contexto: fin de la autonomía universitaria
Tras derrocar al presidente Arturo Illia el 28 de junio de 1966, Onganía asumió la presidencia de facto e instauró un régimen autoritario. En ese marco, anuló por decreto la autonomía universitaria, consagrada desde la Reforma de 1918, y autorizó el ingreso de fuerzas policiales a los establecimientos educativos sin necesidad de orden judicial.
El decreto-ley 16.912, firmado semanas después del golpe, marcó el inicio de una ofensiva contra las universidades públicas. La intervención incluyó la designación directa de autoridades por parte del Poder Ejecutivo, desplazando a rectores y decanos elegidos democráticamente.
Los hechos del 29 de julio
La represión se concentró en la Universidad de Buenos Aires (UBA), particularmente en las facultades de Ciencias Exactas y Naturales, Arquitectura, Filosofía y Letras, y otras sedes. Profesores, investigadores, no docentes y alumnos se encontraban ocupando pacíficamente las instalaciones en defensa de la autonomía universitaria.
Esa noche, la policía federal irrumpió violentamente con órdenes de desalojo. Más de 400 personas fueron detenidas, golpeadas con bastones y trasladadas a comisarías. Varios científicos de renombre fueron agredidos, entre ellos el decano Rolando García y el físico Juan G. Roederer.
Las imágenes de profesores siendo arrastrados por el piso, entre libros y pupitres destruidos, recorrieron el mundo y dejaron una herida profunda en la comunidad académica.
Consecuencias
La Noche de los Bastones Largos tuvo un impacto devastador en la ciencia y la educación argentinas. Más de 300 profesores, investigadores y científicos renunciaron a sus cargos y muchos emigraron al exterior, en lo que se conoció como una fuga de cerebros. Países como Estados Unidos, México y Venezuela recibieron a destacados profesionales argentinos que ya no podían trabajar libremente en su país.
La Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, considerada hasta entonces uno de los polos científicos más avanzados de América Latina, quedó desmantelada en términos institucionales, humanos y materiales.
Un legado de resistencia
Años más tarde, y ya en democracia, la Noche de los Bastones Largos pasó a ser un símbolo de lucha por la autonomía universitaria, la libertad de cátedra y la resistencia a los autoritarismos. Cada 29 de julio, universidades de todo el país recuerdan lo ocurrido con actos, clases abiertas y homenajes a los protagonistas de aquella noche.
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