Feria del Libro 2025: cultura y tensiones en Palermo
La Feria del Libro 2025 abrió con tensiones políticas, discursos encendidos y miles de lectores que, pese a todo, siguen apostando por la palabra como forma de encuentro y resistencia.
Mayo, 2025

La Feria del Libro de Buenos Aires abrió sus puertas el 24 de abril de 2025, en el predio de La Rural, como cada otoño porteño desde hace casi medio siglo. Es la edición número 49, y aunque el ritual ya es parte del calendario cultural de la ciudad, este año empezó distinto. El clima en Palermo no fue solo de celebración literaria, sino también de tensión. La política se coló entre los stands, los libros y los pasillos, como una ráfaga inevitable.
Durante el acto de apertura, el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli, fue abucheado por buena parte del auditorio al intentar justificar los recortes presupuestarios y los ajustes aplicados al sector. El público —compuesto por editores, libreros, bibliotecarios, lectores, estudiantes— no necesitó más que un par de frases para reaccionar. En la Feria del Libro, donde año a año se construye un espacio de lectura, pensamiento y encuentro, los silencios suelen ser más elocuentes que los discursos. Esta vez, fue el murmullo que se volvió grito.
El escritor Juan Sasturain, que también habló en la apertura, puso las palabras que muchos buscaban. Habló de la cultura como trinchera, pero también como hospital. De una enfermedad social que se manifiesta en la pérdida del pudor, en la apatía, en la velocidad con la que se borran los consensos. Fue un discurso crítico, político, calmo y certero. Como se espera de alguien que conoce los libros y lo que los libros hacen en las personas.
Pero más allá del ruido institucional, la Feria sigue siendo lo que siempre fue: una ciudad dentro de la ciudad. Los pabellones siguen repletos de gente, de editoriales grandes y pequeñas, de jóvenes que buscan títulos subrayados en redes, de adultos que hojean con la paciencia de quien aprendió a leer en papel. Hay poesía, ensayo, narrativa, libros políticos, libros que se agotan en horas y libros que nadie mira. Hay, también, un deseo compartido de sostener este espacio, aun en el contexto más adverso.
Los pasillos de La Rural reúnen cada año una mezcla que no se encuentra en ningún otro lado. Están los stands de siempre y las novedades editoriales, los invitados internacionales y los escritores de barrio. Hay firmas de libros, presentaciones, charlas con entrada libre, y una agenda que este año también incluye homenajes, clases abiertas y actividades para las infancias. Como siempre, Palermo se convierte por unos días en una estación de paso para lectores de todas partes.
No es la primera vez que la Feria se convierte en un espacio de discusión política. Pero lo que marca esta edición no es solo el desacuerdo, sino la persistencia. En un país sacudido por la crisis económica y el desencanto, el hecho de que miles de personas se reúnan a celebrar la palabra sigue siendo un gesto. Y en ese gesto, quizá, haya una forma de resistencia.
Leer, en Argentina, nunca fue un acto neutral. Y en 2025, lo sigue siendo menos que nunca.
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